Tocar el violín, pese a ser un instrumento pequeño y de poco peso, representa un gran problema postural para el músico debido a su asimétrica forma de ser tocado.
Como hemos comentado, el ejercicio musical, y más en el ámbito profesional, significa una gran cantidad de horas de ensayo y práctica para nuestro cuerpo.
Además, en posiciones poco ergonómicas la mayoría de las veces y, como en el caso del violín, incluso asimétricas.
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¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de tocar el violín?
Lo primero que tenemos que tener en cuenta a la hora de tocar el violín es que se toca con todo el cuerpo, por lo que primeramente debemos corregir la postura sin ni siquiera tener el violín encima.
Colocaremos los pies alineados, más o menos, con respecto a los hombros.
La cabeza alta, la mandíbula hacia adentro, los hombros relajados y la espalda lo más recta y relajada posible.
Así escrito es fácil decirlo, hacerlo quizás resulte más complicado, incluso se necesite de ayuda externa o de un espejo para poder corregir la postura correctamente.
El método Alexander puede ayudaros mucho en esto.
Para empezar a colocarnos correctamente para tocar el violín, vamos a imaginarnos que nos encontramos en una habitación cuadrada, donde el centro de la misma sería el punto de unión del violín con el arco.
Nosotros nos colocaríamos por detrás y a la derecha de ese centro (viéndolo desde una perspectiva de planta).
El violín estará orientado hacia la esquina superior izquierda de la habitación y el arco se orientará perpendicularmente hacia él, creando una intersección en el centro de la habitación imaginaria.
Nuestro cuerpo estará orientado paralelamente a la pared de enfrente y nuestra cabeza podrá girar levemente hacia el lado del violín.
Cómo tocar el violín de forma correcta
No podemos olvidar que por mucha ergonomía que queramos aplicar, tocar el violín supone una postura asimétrica (de ahí la importancia de complementar estos consejos con medidas de prevención activa como el ejercicio, el calentamiento, estiramientos, tratamientos preventivos de fisioterapia…).
Con esa orientación bien asentada en nuestro mapa mental, es la hora de tocar el violín.
Antes de nada debemos recordar que el violín es sostenido únicamente por la barbilla (mandíbula) y por la clavícula, que involucra al complejo del hombro por formar parte de él.
Sin embargo es importante matizar que se sostiene entre la clavícula y la mandíbula, el hombro se involucra y además estabiliza la mano izquierda, pero esa mano NO SOSTIENE EL VIOLÍN.
Es de vital importancia prestar atención a este punto ya que es el inicio de la asimetría y donde pueden empezar a generarse desórdenes musculares en las cadenas del brazo y de la espalda, sobre todo en las cervicales.
Para prevenirlo apoyaremos el lateral de la barbilla y no el mentón (para reducir la rotación cervical) y utilizaremos la barra que mejor se adapte para reducir la distancia clavícula-mandíbula.
Ésto permitirá que el hombro no permanezca elevado, uno de los principales errores, o mejor dicho, compensaciones, que realiza el violinista. NO ELEVAR EL HOMBRO!
En el plano frontal el violín debe colocarse paralelamente al suelo, y en el plano sagital el violín debería permanecer también paralelo.
Pero lo cierto es que en función del músico se “permite” una cierta variación de estos grados.
Practica distintas posturas para tocar el violín
Para comenzar lo propio es intentar ser todo lo perfeccionista posible, pero indudablemente se aceptan variaciones.
Sería bueno aprender a caminar, libremente, y realizar acciones como agacharse, abrir puertas, sentarse y levantarse con el violín sujeto solo por la mandíbula y la clavícula, mientras prestamos atención a que el hombro no se eleve y que nuestra espalda y nuestras cervicales no se tensen.
Aumentaremos nuestra propiocepción y nos familiarizaremos con la postura, integrándola mejor a la hora de tocar el violín.
El brazo izquierdo debe separarse del cuerpo y permanecer todo lo relajado posible.
Su utilidad en esta función es colocar en el espacio a la mano, para que los dedos puedan realizar el delicado trabajo de motricidad fina sobre el instrumento.
Debe quedar por delante del eje transversal del cuerpo.
El diapasón se sitúa entre el pulgar y el borde del índice, justo encima de la primera falange del primero. Los dedos permanecen redondeados por encima de la cuerda.
El codo desciende en la línea de proyección de los dedos.
Según la cuerda que se toque el codo se acercará más o menos al cuerpo, sin modificar la posición de los dedos alineados y por encima de la cuerda.
El arco se sostiene con la mano derecha. La sujeción debe ser firme pero suave, para que no se “engarrote” el movimiento.
Los dedos permanecen redondeados y es el dedo meñique quien se encarga de mantener el arco recto con respecto a la orientación del instrumento.
Una vez lleguemos a este punto sólo faltaría hacer una revisión de nuestro estado en general. ¿Cómo me encuentro? ¿Está todo mi cuerpo bien colocado y orientado? ¿Podría estar menos tenso en alguna parte de mi cuerpo sin perder la postura? ¿Estoy respirando correctamente? ¿Estoy cómodo?
Ahora a tocar!
Principales errores a la hora de tocar el violín
- Inclinar demasiado la cabeza o rotarla por sostener el violín con el mentón.
- Espalda tensa o en mala postura.
- Elevar el hombro (ajustar la barra a nuestro posición y no al revés).
- Codo izquierdo pegado al cuerpo o violín en línea con el cuerpo (el violín debe quedar por delante de nosotros, recordemos que el centro de la “habitación” es al intersección del violín con el arco, nosotros quedaríamos detrás).
- Mano izquierda tensa o dedo pulgar en extensión de la última falange (debe permanecer con su curvatura normal).
- Mano derecha rígida o sin que el dedo meñique estabilice el arco.