Improvisación Libre con Javier Paxariño

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En esta nueva entrega de Improvisación Libre con… os traemos esta entrevista con Javier Paxariño, uno de los músicos más completos que yo he conocido, y de los más competentes.

Encima es una persona humilde, así que para qué quieres más.

En alguna ocasión me ha dicho que para interpretar este tipo de música no es tan importante la técnica como lo es la inventiva, y que lo esencial para tocar con cualquiera es estar completamente seguro de lo que vas a hacer.

No se necesita más. Así es como la música fluye y sale sola. 

Consejos de un verdadero maestro, que desde la primera vez que toqué con él me ha considerado siempre de igual a igual. Y eso es de agradecer. Y además eso demuestra la talla que tiene.

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Improvisación Libre con Javier Paxariño

Dime cuál es tu procedencia musical. Si tienes formación académica, me interesa que me cuentes tu experiencia en las escuelas de formación de música, o en el conservatorio, y que me lo compares con tu experiencia en la improvisación libre y en la música experimental, aunque sea compuesta.

Comienzo a practicar la música por mi cuenta fuera de cualquier institución académica, tocando con grupos de Rock y Blues en un principio.

Posteriormente, voy al Real Conservatorio de Música de Málaga para aprender los rudimentos de la música escrita y la técnica instrumental en la especialidad de Flauta y Saxofón.

En el Conservatorio aprendí los aspectos técnicos instrumentales con un gran rigor, sobre todo respecto al sonido y afinación, pero en aquel tiempo no se incentivaba nada la creatividad del alumno.

Además, el tratamiento del aspecto rítmico estaba dirigido al repertorio clásico, con un total abandono de las músicas “ligeras”.

Yo buscaba el aspecto más creativo de la música y continué tocando en grupos locales toda clase de géneros musicales, lo que me proporcionó una gran experiencia tocando e improvisando en diferentes situaciones.

A finales de los 70, me intereso por el Jazz, que ya venía escuchando bastante tiempo, y decido dedicarme más profundamente a ello, asistiendo a clases particulares de armonía e improvisación con un pianista habitual del célebre club de jazz Ronnie Scott de Londres, Ian Henry Garber, que me introduce en las técnicas del lenguaje jazzístico, y con quien toco conciertos en Málaga y La Costa del Sol para audiencias en las que abunda un público extranjero muy aficionado y conocedor del género.

 ¿Cuándo y cómo llegaste a la improvisación libre?

Al poco tiempo de empezar a tocar, me sentí inclinado hacia la improvisación libre y hacia la improvisación en general.

De hecho, a mediados de esa misma década, yo recibía discos de Improvisación Libre de Londres y la practicaba en privado, ya que era algo inédito por entonces en este país.

Para mí, se trataba de tocar de una forma “atonal” y sin un compromiso rítmico o melódico prefijado, dejándote llevar por el discurso sonoro, cualquiera que fuese, durante esa acción.

Yo la definía como “Música de las Sensaciones”, en la que desaparecían todos los códigos abandonándote a lo que sentías en cada momento mientras la estabas practicando.

Este hábito siempre lo mantuve paralelamente a cualquier actividad profesional que estuviese desarrollando en cada momento. Constituía un “laboratorio íntimo” de mi fantasía y creatividad personal, lo que mantenía mi llama viva.

¿Cuáles son las influencias que te han ayudado al aprendizaje de tu lenguaje musical? ¿Y a la improvisación?

Yo llego a la música a través de ser un “melómano” comprando discos y escuchando con total curiosidad todo lo que caía en mis manos.

Empezando por Rock Progresivo, sobre todo, ya que había largas melopeas instrumentales donde el solista se tomaba todo el tiempo necesario para elaborar su intervención e inventar.

A través de eso llego al Jazz con Parker, Coltrane, Rollins, Shepp, Sanders, Ayler, Coleman, etc., donde la improvisación libre es algo importante y con un lenguaje mucho más sofisticado.

Paralelamente a esto, también me influye toda la música negra de Soul, Rythm & Blues y Funky, donde el ritmo se utiliza con un concepto que me interesa mucho, y que en parte ha configurado mi fraseo y estilo instrumental.

¿Qué es para ti “espacios” en una pieza? Quiero decir, que si te dicen: “vamos a crear una pieza con ‘espacios’, ¿qué interpretas?

El espacio para mí va desde el más absoluto silencio hasta bajar la intensidad del sonido, o la densidad del discurso sonoro, hasta el mínimo posible y deseable, según la pieza de que se trate.

No olvidemos que puede ser también todo lo contrario y podemos hablar también de espacios sonoros “Noise”, a lo Phil Nyblock o Glenn Branca, donde el volumen y la intensidad son impresionantes y tratan de sumergir al oyente en un concepto espacial muy denso, donde tienes que aprender a percibir todo lo que está sucediendo en cada momento.

Hay músicos e improvisadores (como yo, por ejemplo) cercanos a la idea de hacer primeras tomas y de dejarse llevar por la intuición, la inmediatez y la espontaneidad. Hay quien dice, sin embargo, que esa forma de entender el arte lleva a fórmulas repetitivas y aburridas, y que el ensayo y la composición son necesarios para evitar esos inconvenientes. En mi opinión, las fórmulas y patrones se repiten en cualquier manifestación artística. ¿Qué opinas?

Estoy de acuerdo contigo. Para mí, la improvisación es, sobre todo, un proceso que debe surgir de manera espontánea, en el momento en que se hace.

El improvisador debe ir acumulando conocimiento y experiencias que van a ir marcando su propio lenguaje instrumental, así como también tiene que “descubrirse a sí mismo” para llegar a alumbrar qué nos quiere comunicar cuando improvisa.

La composición en sí misma es la antítesis del lenguaje improvisado y una debilidad creativa cuando se trata de Improvisación LIBRE.

No obstante, me gusta la combinación de ambas para configurar piezas musicales, generosas con el improvisador y mucho más con el oyente.

He leído recientemente en un libro llamado “El nuevo paisaje sonoro”, de R. Murray Schaffer, la siguiente afirmación: “Es cierto que hay mucha gente que no son sensibles al ruido; pero esos son precisamente los que tampoco son sensibles al argumento, o al pensamiento, o a la poesía, o al arte, en una palabra a cualquier tipo de influencia intelectual. La razón de esto es que el tejido de sus cerebros es de una calidad muy tosca y ordinaria. Por otro lado, el ruido es una tortura para gente intelectual”. ¿Cuál es tu opinión sobre esta afirmación?

Como improvisador, no me gustan estas aseveraciones tan reduccionistas que sacan conclusiones demasiado sencillas de unos procesos humanos que, ya de por sí, son mucho más complicados.

Tengo ese libro de M.Schafer, donde se incluye ese concepto que, por otra parte, tiene, para mí, un atisbo de verdad.

Ya la P.N.L. (Programación Neuro Lingüística) distingue al tipo “auditivo” como el más intelectual y refinado de todos sus perfiles, pero ¡Ojo! es el tipo “visual” el más creativo e imaginativo, y es el que creo más directamente nos afecta como improvisadores.

De cualquier forma, todo esto es algo que funciona siempre dentro de un marco limitado, tan del agrado del mundo de la ciencia a la que sirve. No dejan de ser estereotipos.

Es cierto que, en principio, la audición de música improvisada es un auténtico reto para la escucha y la atención, lo que la hace apta sólo para un público minoritario y muy sensible al sonido mismo, pero también puedes abandonarte, como oyente, al discurso sonoro en el que estás inmerso y sin juzgar ni analizar lo que está pasando, dejarte llevar por tus propias sensaciones.

En alguna ocasión he tenido conversaciones en las que se decía que la improvisación libre es una manifestación muy primitiva del arte, y que al arte no había que “elevarlo a las alturas” o algo así… Son dos puntos de vista que yo comparto completamente. Me gustaría saber tu opinión.

Creo que, para nosotros, músicos del siglo XXI, la improvisación es un concepto muy avanzado pero que hunde sus raíces en algo que está en nuestro subconsciente, y que es, a la vez, muy “atávico”.

Quizás en eso reside el quid de tu pregunta. Para mí, la improvisación libre es el sonido más humano de todos los que puedas producir, porque juegas con tu conocimiento y cultura, pero también con tus “pulsiones” que te relacionan, de manera involuntaria, con el yo más primario, en el momento del acto de emitir sonidos contra el tiempo, configurándose así un acto de vida “real”.

Las “alturas” se la da la “cultura” que congela, clasifica y valora, pervirtiendo todo este proceso vital para una mejor asimilación “intelectual”, que la aleja del propio fenómeno que estudia.

Explícame brevemente tu concepto musical.

La música es un arte que se desarrolla en el tiempo.

El arte es una necesidad de expresión del hombre

Es orgánico y simbólico, reflejando la vida y emociones del alma.

Encontrarás más música y Entrevistas AQUÍ.

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