En estos “malos tiempos para la lírica” que corren, es admirable que todavía existan soñadores como Ferror Records, capaces de embarcarse en una aventura discográfica para dar difusión a proyectos musicales de difícil clasificación, y con la creatividad como emblema.
Dos de esos soñadores son los ferrolanos Serxio Peck (teclista de la banda Carrero Bianco), y el escritor y divulgador musical Fernando Fernández Rego, administrador de esa fuente inagotable de información que es La Fonoteca (https://lafonoteca.net), y más recientemente autor de un libro de ambición enciclopédica titulado Unha historia da música en Galicia, 1952-2018, que recorre de forma detallista toda la música producida en Galicia a lo largo y ancho de casi 60 años.
Ambos fundaron Ferror Records en 2015 en su Ferrol natal. Su catálogo, nutrido especialmente por proyectos de la zona noroeste del país, bordea el pop pero da cabida también a estilos colaterales, concretamente dos que al que esto escribe le han fascinado recientemente.
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La magia de Koroiev en Ferror Records
Koroiev es el proyecto unipersonal del coruñés Roberto Casteleiro, que presenta su tercer disco, primero para la factoría de Ferror Records. El álbum, titulado Valverde, se nutre de infinidad de influencias, y trasciende cualquier tipo de calificativo más allá del de “buena música”.
Pero para situarnos, hablamos de un trabajo que, aunque incorpora instrumentos acústicos y eléctricos, resulta puramente electrónico instrumental de hechuras ambientales y melódicas, algo que ya es patente desde el tema apertura, “Aquí”, con interés esporádico por las estructuras rítmicas, así como un poder de sugerencia casi cinematográfico.
No puedo evitar escuchar ciertas conexiones con las evoluciones británicas de los primeros Ian Boddy o Mark Shreeve en temas impresionantes como “Modia”, de una elegancia pasmosa en forma de bucle infinito, sobre el que se van superponiendo capas atmosféricas y melódicas, y que toca de soslayo la escuela de Berlín en su versión más británica de los 80 con el aroma de esos ritmos programados tan retro, para, en su parte final, incorporar tratamientos de ritmos y voces étnicas, no lejanas en planteamiento del que a finales de los 60 practicara Holger Czukay en su obra maestra “Canaxis”, y, aunque en lugar de cantos de lamentación vietnamitas aquí la procedencia de las voces es puramente galaica, el efecto es similar.
Asimismo, también sobrevuela el disco la épica orquestal de Vangelis en los arreglos de una maravillosa versión del “Canto del Cisne” de Schubert, y no podemos dejar de citar alusiones medievales en “Cantiga 248”, o directamente folklóricas de aire gallego en “Illa da Vaca”, que recurre a tímbricas que, sin intentar imitar, recuerdan poderosamente a los de la gaita gallega, o las rítmicas “pandereteiras” del título homónimo perfectamente imbricados en un contexto electrónico. También los aires techno de “Antichton”, que inmediatamente después, en “Lagoa do Esperón”, se vuelven ominosos y disonantes.
Un trabajo fascinante de múltiples aromas que se escucha sin esfuerzo y deja poso. Fantasía y maestría sonoras.
La versatilidad indisciplinada de Loe Lof Lon
El vasco, pero residente en Asturias, Gori Varalez, personifica un proyecto bajo el particular nombre de Loe Lof Lon, que, según él mismo cuenta, fueron las tres primeras palabras que escribió su hija de tres años. Hasta el momento cuenta con tres trabajos ya en Ferror Records.
Su estilo es casi un antiestilo, o una forma premeditada de huir del encasillamiento, y entronca con la esencia experimental e industrial de los 80, construyendo sonidos que casi por sinergia van dando lugar a otros, consiguiendo crear atmósferas ruidistas unas veces, o totalmente percusivas e industriales otras, pero siempre muy expresivas y discursivas.
Conventional Elements, publicado en 2107, te lleva desde el Kraut al downtown neoyorkino casi sin solución de continuidad. En “LOE LOF LON Meets Wayne Rex”, Gori se reúne con el baterista e improvisador estadounidense para perpetrar un catálogo de improvisaciones a veces directamente ruidistas, y otras tamizadas por filtros jazzy.
Pero lo mejor para mí de Loe Lof Lon acaba de salir, Bad Beats, un trabajo sólo publicado en vinilo que es un catálogo de inventiva desde el primer segundo. Por alguna extraña razón, lo vinculo a toda la curiosidad experimental de los años 80 en España, en proyectos como Macromassa o los Mecánica Popular de “Baku:1922”, que para los amantes de las etiquetas se traduciría en una especie de Psico-heavy-folk-industrial, donde no falta un fino sentido del humor.
Seguiremos atentos en el futuro a las evoluciones de Ferror Records, y a buen seguro descubriendo más de sus tesoros.