Hector Berlioz fue un gran compositor del S.XIX, y uno de los grandes representantes del Romanticismo, pero no un compositor cualquiera, pues era muy frecuente en él el consumo de ciertas sustancias psicotrópicas que solía tomar para desarrollar su creatividad.
Aunque Berlioz se ha dado a conocer como un gran director de orquesta, también compuso óperas, música sacra, sinfonías, etc, y en varios escritos recogió estudios sobre teoría y crítica musical francesa.
Con Berlioz y su obra más famosa, conocida como Sinfonía Fantástica, se definieron las pautas musicales de lo que conocemos como Romanticismo, y hoy en día es considerado como uno de los mejores compositores del S.XIX.
Veremos cómo se inició Berlioz en la música, y cuáles fueron sus primeras obras, pero además hablaremos de la famosa Sinfonía Fantástica, obra que compuso bajo los efectos psicodélicos del opio, y que, por supuesto, escucharemos.
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Berlioz, un compositor diferente
Como os hemos comentado al comienzo de este artículo, Berlioz está considerado como uno de los mejores compositores del S.XIX. Si lo comparamos con otros compositores del mismo periodo, podríamos decir que Berlioz se diferencia de los demás porque sus obras iban directamente al grano, sin florituras y de una manera sencilla.
Berlioz siempre tuvo contacto con la música desde muy temprana edad, y pronto sintió la atracción por este arte. Su padre era músico, y de ahí le viene a nuestro protagonista esa pasión y admiración por la música, así que comenzó a dar clases y aprendió a tocar la guitarra y la flauta
Corría el año 1821, y Berlioz estaba entusiasmado con sus estudios de música, pero su padre pretendía que su hijo estudiara una carrera que le posicionara en la sociedad de la época, y qué mejor idea que el chico se trasladara a París a estudiar medicina.
Pero Berlioz seguía alucinando cuando escuchaba ópera o asistía a algún concierto mientras cursaba medicina. La pasión del jóven por la música hizo que finalmente abandonara la universidad para dedicarse a ella por completo, una decisión que no gustó absotulatemente nada a su familia.
El S.XIX no se diferenciaba mucho (salvando las distancias) del S.XXI en el sentido de las dificultades que encuentra un músico en sus inicios, y esto lo entenderéis cuando os diga que Berlioz tuvo que buscarse un trabajo para ir tirando, ya que sus composiciones no tuvieron mucho éxito.
Pasados unos años, y ya en 1825, el compositor francés consigue estrenar su primera obra llamada Messe Solennelle, y no le fue mal, la verdad. Pero Berlioz aspiraba a más, no se conformaba con un estreno y ya, y por aquella época lo más top era conseguir una prestigiosa beca para proseguir sus estudios.
Una beca que muchos músicos hoy en día también querrían conseguir, pues ésta incluía los gastos de cinco años de estudio, y que además ofrecía la oportunidad de hacer tus estudios en Alemania o Roma. Una de las pruebas a superar para la obtención de esta beca era que el artista compusiera una fuga, y la primera vez que Berlioz se presentó, lo eliminaron.
Pero Berlioz no se vino abajo, todo lo contrario, sabía que tenía que mejorar y siguió estudiando, así que esta vez se apuntó al Conservatorio de la actual capital francesa. Al año siguiente volvió a presentarse, y aunque pasó una primera prueba, no consiguió que le dieran la prestigiosa beca.
Y a la tercera va la vencida, o eso dicen, y finalmente por fin logró un segundo puesto en 1828 con una composición llamada Herminia. Parece ser que el jurado era demasiado conservador para las obras de Berlioz, porque se presentó al año siguiente con una obra que tenía todas las papeletas para ganar, una cantata llamada La muerte de Cleopatra, y según el jurado era, para que nos entendamos, infumable.
Berlioz se sintió superindignado, no entendía cómo el jurado podía tomar una decisión así. Pero no importaba las veces que le dijeran que no, el joven Berlioz no se rendía fácilmente, y una vez más vuelve a intentarlo.
Por fin, en 1930, consigue el primer premio de la dichosa beca, y lo hace con una de las composiciones más famosas del artista y una de las más originales de la época, la Sinfonía Fantática. Esta composición está basada en la vida personal de Berlioz, en un amor no correspondido, y tiene todas las características que identifican sus composiciones.
Una de esas características es la orquestación, pero una orquestación que incluía una gran cantidad de instrumentos a diferencia de las orquestas más tradicionales de la época. Este exagerado número de instrumentos solía utilizarlo Berlioz a modo de efectos especiales en las obras representadas.
Para Berlioz, la orquesta era uno de los elementos más importantes en sus composiciones, y, según recogen algunas fuentes, para él la orquesta debería tener más de 300 instrumentos, entre los que se incluyen pianos, vientos, trompas, instrumentos de cuerda, voces, etc, etc.
A partir de la Sinfonía Fantástica, el nombre de Berlioz se extiende como la pólvora, y el maestro siguió trabajando en nuevas obras, unas con más éxito que otras. Entre las que más fama adquirieron destacan Harold en Italia y Romeo y Julieta, basadas en textos de Lord Byron y Shakespeare respectivamente.
Ya a mediados de 1940 compone la que sería su última sinfonía, la cuarta de su carrera como compositor, llamada Sinfonía Fúnebre y Triunfal Op.15. Berlioz se esforzó enormente para hacer un buen estreno y por todo lo alto, pues el escenario elegido por el compositor fue la Plaza de la Bastilla.
A pesar de su esfuerzo y entusiasmo, el estreno fue un auténtico fiasco. Parece ser que hubo algunos problemas con la acústica del lugar, y la cosa no salió como debiera.
Berlioz consideraba, como ya os mencionábamos, que la orquestación era para él uno de los elementos más importantes, y por eso decide plasmar sus conocimientos en un ensayo. Así, en 1844, publica esta obra a la que titula Gran tratado de instrumentación y orquestación moderna.
Como veis, la vida de Berlioz no es que fuera muy fácil, a las complicaciones que tuvo para conseguir representar sus obras tan revolucionarias en aquella época, se une un desastroso matrimonio con el que fue su amor no correspondido, se va a vivir con su amante, muere su mujer y se casa con su amante, muere su amante y también muere su hijo. Dos años después de perder a su progenitor, en 1869, Berlioz fallece.
La Sinfonía Fantástica de Berlioz
La Sinfonía Fantástica se estrenó en París en 1830, y, la verdad sea dicha, no es que tuviera mucho éxito. Como ya os hemos comentado, Berlioz era un adelantado a su tiempo, y el público de aquella época no estaba acostumbrado a ver y escuchar obras tan excéntricas.
Esta pieza da los primeros pasos hacia una evolución del concepto musical de la época, pues Berloiz pretende plasmar una idea o una escena concreta en el oyente a través de su música, es lo que se denomina como música programática.
Berloiz fue un revolucionario en sus composiciones, y ésta es la que marca la ruptura con todas las normas de composición tradicional, y en el que cada detalle sonoro tiene su importancia. Nadie había hecho nada parecido hasta aquel momento, y aunque sufrió mucho por ser un incomprendido, hoy es una de las composiciones que mejor representan el Romanticismo.
La obra en sí cuenta la historia personal de Berlioz y su amor no correspondido. La mujer a la que ama se enamora de otro, y de repente, una noche, la desesperación le lleva al consumo de opio. Esta sustancia le lleva a un estado en el que el protagonista comienza a ver alucinaciones, siente dolor, siente placer…
Finalmente toma la decisión de matar a ese amor no correpondido, pero es detenido y condenado a la guillotina. Su alma, apartada de su cuerpo, es rodeada por brujas, demonios y todo tipos de monstruos. Pero finalmente el joven protagonista despierta de esta pesadilla producida por las sustancias psicoactivas que había tomado.
No es de sorprender que el público de aquella época, acostumbrado a unas composiciones más tradicionales y que acudía a los conciertos de Berlioz, quedara tan impactado. Y es que las composiciones del francés eran la simbiosis perfecta entre las drogas y el amor.
Berlioz, el genio que usó drogas para componer
A lo largo de todo el artículo hemos podido comprobar que Berlioz no fue un compositor cualquiera del S.XIX, su forma de entender la música y la historia que nos cuenta a través de ella, así como el continuo consumo de opio para abrir su mente y componener piezas que llegan a aproximarse a la psicodelia.
Una de las cosas que más llama la atención de su Sinfonía Fantástica es que relamente Berlioz consumió opio y tuvo este sueño que posteriormente plasmó en su composición. Además de su inspiración a través del opio, también es cierto que ésta pudo llegarle a través de algunas obras literarias que había leído, y de la experiencia en su juventud de algunas de sus relaciones.
Son muchos los escritos y estudios acerca de cómo las drogas han servido a muchos músicos y artistas para realizar sus mejores creaciones. Por supuesto, no queremos que os hagáis una idea equivocada, no estamos defendiendo en absoluto el consumo de dichas sustancias, ni mucho menos. El efecto de estas sustancias puede hacer que el efecto sea el opuesto, y que el resultado de la obra, ya sea musical o artística, sea un absoluto desastre.
En el caso de nuestro protagonista, el efecto que el opio producía en Berlioz es que el artista viera con mayor claridad aquello que quería componer, veía las cosas tal y como eran, sin adornos ni añadidos.
Quizás puede que choque un poco esta idea con la que el compositor tenía acerca del número de instrumentos de la orquesta, que incluía más de 200. Pero esa idea de sencillez también la lleva a este plano, pues aunque fuera una orquesta con gran multitud de músicos, Berlioz era capaz de conseguir que ésta llegara a sonar como si de un único instrumento se tratara.