Guía de otras propuestas de arte y música experimental (OPAEME)… y ejemplos de cine alternativo y “extrafalario”
Durante el pasado confinamiento del mes de marzo, entre otras cosas me dediqué a recopilar datos sobre artistas experimentales que conozco, y de algunos trabajos suyos para crear una guía (OPAEME) donde concentrar en un solo sitio la multitud de propuestas y de tendencias que hay en la música experimental, improvisación libre y arte de vanguardia.
Chema Pastor y yo pensamos que podría ser una herramienta necesaria para poder dar un pequeño empujón a multitud de obras que disfrutan de poca difusión al estar completamente al margen de cualquier estrategia de mercado, y donde prima únicamente el criterio artístico.
Por supuesto, en esta guía de música experimental, improvisación libre y arte de vanguardia faltan muchos nombres. Nunca tuvimos la intención de que sea un tratado completo sobre arte experimental, solo es un primer paso para animar a quien esté interesado a indagar en un mundo muy rico y variado, donde la aportación individual de cada artista puede servir para entender la realidad de lo que es el arte experimental y las propuestas experimentales y alternativas actuales.
Tampoco hay una conexión formal o conceptual entre los integrantes de esta guía. Eso sí, pensamos que les une la intención de expresar de una forma personal su manera de entender las disciplinas artísticas a las que se dedican.
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Conejo Violento, cine alternativo y música experimental
De hecho, hay propuestas llamativas dentro de este contexto. Hay un apartado llamado Videoarte, performance, cine alternativo & “extrafalario” que es el que personalmente me conmueve más. Creo que debe ser porque estoy menos acostumbrado a este tipo de propuestas.
Hay cortometrajes interesantes, sucios y gamberros como el de Sergio G. Ordoñez – “Un limón ensangrentado para el dios de los perros”.
Y aventuras que desprenden surrealismo absurdo, y un sentido del humor fantástico. Me estoy refiriendo a un cortometraje, también bastante gamberro, llamado “Conejo Violento”.
Es una propuesta totalmente personal y arriesgada que merece la pena prestarle atención. De hecho, según el autor, “la obra entra en modo de¨el concepto trasciende al medio¨, y por lo tanto te tienes que dejar llevar por lo que está PASANDO, más que realmente por lo que estás VIENDO”.
Y su concepto de cine es ése. Se la sopla casi todo excepto la coreografía, el montaje de la acción (que los utiliza como herramientas narrativas), el juego de la cámara y el ritmo.
Además, en la última parte del corto se pronuncia solamente una palabra de manera continua, se diría que obsesiva. No hay diálogos, minimalismo a tope. Esa manera de entender el arte me atrae bastante. Siempre me han atraído las cosas hechas con pocos elementos.
También dice que “Conejo Violento” demanda un compromiso absoluto por parte del espectador con el concepto de la obra (ya que si no te metes en su mundo es imposible disfrutarla), pero que a cambio te trata como un espectador inteligente, ya que asume que no necesitas un raccord perfecto y una sucesión inquebrantable de planos complementarios y equivalentes para que entiendas la acción.
Se pueden leer íntegramente los comentarios del propio autor, y así poder entrar en un universo particular y sugerente, fuera de los convencionalismos y de las reglas que rigen el decoro de cualquier obra artística. Se puede pensar que es una chapuza increíble, pero es una obra muy pensada, y que resume la corta trayectoria artística y vital de este cineasta.
Y después de esta introducción, ya pueden pasar a ver este trabajo, “Conejo Violento”, de Alberto González Carrascal.
P.D: Disculpen si he desviado el tema de este artículo hacia el cine, pero para mí el arte y la vida se confunden, y con más razón los distintos tipos de arte. En mi opinión, la música, la imagen, y la literatura son “primas hermanas”, y en ocasiones indivisibles.