La verdadera historia del Dr. John

Dr John

Hay artistas y músicas que se te meten dentro como el Dr. John, que te transportan hasta sitios lejanos que te parecen conocer a pesar de no haberlos visitado nunca.

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A mí esto me ocurre a menudo con la música de Nueva Orleans. Sus sonidos me suenan sureños y familiares, me transportan y me hacer desear estar entre Brass band e indios del Mardi Gras entonando el Fly Away. Porque Nueva Orleans es vudú, es Bayou, es Cajún, es Katrina, es delincuencia y olvido gubernamental, pero sobre todo es música, música en sus orígenes, en sus calles, en sus bares, en sus entierros… y por eso vamos a homenajearla, y con ella a su último gurú, que nos dejaba el pasado 6 de junio: el Dr. John, porque este PERSONAJE consiguió aunar con su música los sonidos más primitivos de Nueva Orleans, el Rock psicodélico, y la tradición de R&B de la ciudad. Todo un genio al que vamos a echar mucho de menos.

Malcolm John Rebennack Jr nació el 20 de noviembre de 1941 en la ciudad de Nueva Orleans. Se crió en el Distrito 3, junto al río, zona de músicos, además su padre regentaba una tienda de electrodomésticos donde también se vendían discos. Allí tuvo su primer contacto con Louis Armstrong o King Oliver, dos de sus primeras inspiraciones.

Viendo que le gustaba la música, sus padres lo apuntaron a clases de guitarra y al coro, pero fue expulsado varias veces. Siendo ya adolescente, su padre consiguió meterle en las salas de grabación de artistas como Little Richard o Guitar Slim, sus influencias musicales se iban ampliando poco a poco.

Pronto empezó a tocar la guitarra en clubes nocturnos por toda la ciudad, y, con 13 años, conoció a quien será su padre musical, el Professor Longhair (junto a Allen Toussaint y Fats Domino, los principales representantes de la tradición de pianistas de R&B de Nueva Orleans. Tranquilo todo el mundo que ya hablaremos de todo esto). La manera de tocar de éste le impresionó mucho, y empezaron colaborar juntos, profesionalizándose cada vez más. Su debut en un estudio sería en 1955.

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Con 16 años es contratado por Johnny Vicent, con quien adquirió mucha experiencia, además pudo colaborar con artistas como James Booker o Earl King. De día estudiaba en la escuela jesuita, y por la noche tocaba en clubes. Esto a los jesuitas, pues no les molaba nada, y acabaron expulsándole en 1954. Éste fue el momento en que decidió centrarse en la música, creando su primera banda, The Dominoes. Con 17 años escribió su primera canción de R&B, Lights Out, para Jerry Byrne, que se convirtió en todo un éxito, y a finales de los 50 ya estaba en diferentes grupos como Frankie Ford and The Thunderbirds o The Skyliners. Además, grabó muchísimos singles monofónicos, supervisaba las secciones de ritmos, y escribía arreglos.

En 1960, su carrera como guitarrista se fue la mierda. Durante un concierto en Jacksonville, Florida, le pegaron un tiro en el dedo anular izquierdo y lo perdió. Lo intentó con el bajo, pero finalmente, y siguiendo la estela de su adorado Professor Longhair, hizo del piano su instrumento principal: el pianista de 9 dedos.

Siempre andaba metido en líos. Durante un tiempo dirigió un burdel, y también traficó con drogas, tuvo muchos problemas con la policía, y acabó arrestado y condenado a dos años de prisión. Cuando salió, la mayoría de los clubes que él regentaba habían cerrado, así que se marchó a Los Ángeles. Allí comenzó como músico de sesión, además de ser el respaldo musical de Sonny y Cher o de Frank Zappa.

Cansado de ser músico para otros, y rodeado como estaba de diferentes influencias musicales, ideó un espectáculo musical basado en un personaje llamado Dr. John, un esclavo traído de Senegal (o Haití, no se sabe muy bien) en el siglo XIX, que tenía una enorme reputación como sacerdote vudú, las creencias africanas que habían arraigado en Nueva Orleans. Nuestro protagonista siempre estuvo muy interesado por esto del vudú, ese conjunto de rituales religiosos y espirituales que se crearon a partir de la diáspora africana (todo esto da para una entrega nueva, así que no os despistéis porque yo ando muy flipada con Nueva Orleans). El espectáculo, Dr. John, the Night Tripper, (que estaba pensado para que Ronnie Barron interpretase al Dr. John, pero que en el último momento fue Malcolm, convirtiéndose así para siempre en el Dr. John) combinaba el R&B de Nueva Orleans con Rock psicodélico, y sonidos africanos, todo ello acompañado de ceremoniales religiosos de vudú con toda su parafernalia de ropajes y plumas… aquello a los hippies les encantó, claro, y pronto el Dr. John se convertía en un gurú con el que flipar puesto de cualquier mierda divertida. Esta “performance” se convirtió, en 1968, en un disco Gris-Gris, su primer disco: auténtica medicina vudú.

Después llegaría The Sun, Moon and Herbs, disco donde colaboraron Mick Jagger y Eric Clapton. Con este disco hacía la transición del vudú a sonidos Funk y R&B de Nueva Orleans, la verdadera esencia musical del Dr. John.

La década de los 70 arrancaba con el lanzamiento de dos DISCAZOS que rezuman Nueva Orleans por los cuatro costados: Dr. John´s Gumbo (1972), una grabación histórica, y tal vez uno de sus discos más famosos porque se trata de la piedra angular de la música de Nueva Orleans a partir de estándares del Mardi Gras; y In The Right Place (1973), un disco producido por Allen Toussaint y con el apoyo de la banda The Meters, la mejor banda de Funk de la historia. Such A Night es y será una de las mejores representaciones del espíritu sureño de la ciudad (y un temarraco).

Los 70 siguieron para nuestro protagonista colaborando y sacando discos de manera muy prolífica. En Nueva Orleans era toda una institución, sin embargo, el resto del mundo parecía olvidarle. En 1976 tocó como artista invitado en el concierto homenaje de despedida al mítico grupo The Band, donde su interpretación de Such A Night sería perpetuada en el documental The Last Waltz, de Martin Scorsese.

En 1979 se produjo una colaboración histórica junto al Professor Longhair en la última grabación de éste, Crawfish Fiesta. El Professor moría al año siguiente… No os podéis imaginar la de veces que he podido ver este vídeo…

Los 80 y 90 venían con regusto a Boogie Woogie. Además, fue época de colaboraciones: Rolling Stones, Carly Simon, James Taylor, Neil Diamond, Van Morrison, Rickie Lee Jones o Willy Deville. En 1989 salía de gira con The Ringo Star & His All-Starr Band. En 1992 publicaba el álbum Goin ‘Back to New Orleans, un compendio de canciones clásicas de Nueva Orleans, con el respaldo de grandes músicos de la ciudad: Aaron Neville, Neville Brothers, Al Hirt o Pete Fountain

En 2005, Nueva Orleans y sus habitantes sufrían uno de los mayores reveses de su historia: el huracán Katrina arrasaba con una ciudad que no estaba preparada, y EE.UU. miró para otro lado, porque a nadie le gusta ver sus miserias, y nueva Orleans siempre ha sido un poco la vergüenza de un país de blancos acomodados. Así que las instituciones les dieron la espalda y la ciudad tuvo que levantarse a sí misma, y en parte lo hizo gracias a la música (obligación de fuerza vital es que veáis la imprescindible serie Tremè sobre todo este vergonzoso problema, además de ser un homenaje a una ciudad que vive por y para la música). Los músicos de la ciudad se levantaron haciendo conciertos benéficos y reviviendo el espíritu de los indios del Mardi Gras, haciendo comunidad entre los vecinos de los barrios más destrozados.

En 2006 fue artista invitado para cantar el himno nacional en la Superbowl XL, junto a Allen Toussaint, Bonnie Raitt, The Edge e Irma Thomas, interpretaron We Can Can. Los años siguientes fueron de colaboraciones, bandas sonoras de películas, y actuaciones televisadas.

En 2012, sumido en un olvido musical, Dan Auerbach, el líder del grupo The Black Keys, recupera su sonido, produciendo un disco suyo muy influenciado por el Afrobeat, Locked Down. En 2014 nos regaló una joyita, Ske-Dat-De-Dat: The Spirit of Sachtmo, un tributo a Louis Armstrong. En 2017 repetía la fórmula, pero homenajeando a Bo Diddley en Storm Warning.

Yo tuve la suerte inmensa de poder verle en 2014, un regalo de esos que te hace la vida de vez en cuando, con su rasta inmensa, su ropa chillona, y sus pianos decorados con calaveras y muñecos de vudú. Y me vi en Bourbon Street y lo gocé, y no podré olvidarlo nunca, porque como Louis Armstrong decía: “¿sabes lo que significa echar de menos Nueva Orleans?”. Pues significa amarla y venerarla, y qué mejor que escuchar al Dr. John para eso.

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