Xuan Zem, la llama que nunca se apaga

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El vibrafonista asturiano Xuan Zem es uno de esos compositores que hacen gala de una extraña habilidad para zigzaguear entre diferentes estéticas musicales, y conseguir permanecer ajeno a todas ellas.

Ya nos había puesto sobre aviso con su primer registro bajo el nombre genérico de ZEM (La Casa Del Misterio, 2007), en el que convivían, bajo un paraguas de jazz heterodoxo y fusión, una clara preferencia por las estructuras del rock progresivo, así como una fuerte predisposición hacia la música popular.

El resultado de tal atrevimiento combinatorio se saldaba no sólo con una homogeneidad estilística poco habitual, sino, y más importante, con una capacidad natural para la estructura y la narrativa musicales lejos de histrionismos esnobistas. En aquel disco incorporaba músicos de diverso pelaje, como el Ilegal Jorge Martínez, con el que en 2012 colaboraría en su disco Jorge Ilegal y los Magníficos.

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Ahora presenta La Llama (Youkali Music), una obra que lanza al viento sonoridades clásicas, jazzísticas, progresivas, y de raíz, y que viene a reafirmarnos en lo débiles que son las fronteras estilísticas en la música actual para el que tiene las ganas (y el talento) de asimilarlas todas.

Junto a Xuan Zem, vibrafonista y compositor de todo el material contenido en este disco, figuran Luis Rodríguez al bajo (componente de León Benavente y el grupo de Nacho Vegas), el baterista Rubén Mol (ex Ilegales), Miguel Herrero (teclados y vientos), y el, palabras mayores, trío Pardo/Benavent/Di Geraldo.

Sus intereses se expanden hacia el flamenco (“Viva Llama” con Enrique Morante en una de sus últimas colaboraciones) y las músicas del mundo (“Anda Luz” con Jorge Pardo y el antiguo miembro de Máquina y Música Urbana Carlos Benavent, de ecos hindúes en su prólogo y “D.E.P.”, de nuevo con Jorge Pardo y su flauta de aires derviches en su inicio, hasta que el tema implosiona y nos acerca casi a la grandilocuencia de una Big band), aunque mantienen el complejo andamiaje de fusión progresiva en temas sorprendentes como el explosivo “Rattrapante”, que abre el disco, con Tino di Geraldo, o “Jump Hour”, cuyo vídeo fue censurado en YouTube cuando acumulaba miles de visitas en tan sólo un par de días por ser demasiado provocativo.

Aunque a mí lo que me parece realmente provocativo de ese vídeo es la música en la que hace una colaboración impactante, no podía ser menos, el excelente barítono Luis Cansino, y en arreglos que recuerdan al final del tema a los trabajos en solitario del ex Cardiacs William D. Drake en “The Rising of the Lights”.

Menos chispeantes y más bucólicos quizá, pero no por ello menos satisfactorios, son “Waltz In F.”, tema a modo de interludio que prologa el medio tempo de “¿Y Si…?” (con Tino di Geraldo), y una sección de vientos impagable que enlaza, casi sin solución de continuidad, con “Espiral” (de nuevo con la participación de Jorge Pardo y Carles Benavent) y “El Bautizo” (Tino di Geraldo).

La Llama trenza un discurso fluido, cristalino, bello y tenso de ambición nómada, pero al mismo tiempo enmarcado en un armazón sonoro perfectamente amurallado de intensidad musical, sin necesidad de recurrir a extraños ademanes. Una explosión de creatividad impactante, que recorre muchas de las representaciones de la música del siglo XX, para acabar recalando en un estilo personal, complejo en su concepto a la vez que inmediato al oyente. O dicho de otro modo, que hace fácil lo difícil.

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