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Louis Armstrong

Louis Armstrong, energía y vitalidad musical

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En esta nueva entrega haremos un recorrido por la vida y obra de una leyenda del jazz que derrochaba energía y vitalidad musical, el gran Louis Armstrong. Os dejo con La Chica Boom que nos lo cuenta así de bien:

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Louis Amstrong, energía y vitalidad musical

Bueno, lo primero: ¡Feliz 2019! Espero que este año venga cargaditos de cosas buenas para todos y mejor música. Yo estoy de aniversario, un año entero escribiendo para vosotros… Me hace muy feliz, y creo que este nuevo año lo vamos a pasar muy bien.

Para estrenar el 2019 no se me ocurre nada mejor que hablaros de uno de mis hombres favoritos (sí, ya sé que digo esto demasiado a menudo…), una de las figuras más influyentes (sino la que más) del mundo del Jazz, que ofrece cinco décadas de carrera sin perder un ápice de swing en ninguna de ellas. Hablamos, ni más ni menos, que del Rey del Jazz: Louis Armstrong.

Louis Armstrong y sus comienzos en la música

Louis Daniel Armstrong nació un 4 de agosto de 1901 en Black O’Town, en el distrito de Storyville (auténtica cuna del Jazz), un barrio de Nueva Orleans frecuentado por tahúres, prostitutas, todo tipo de predicadores, y muchos Honky Tonks (clubes de mala muerte donde podían actuar los músicos negros de la ciudad), donde la pobreza era extrema y la gente tenía que buscarse la vida como buenamente podía.

Con 5 años, sus padres se separan y él pasa a vivir al distrito tercero de la ciudad con su madre y su abuela Joséphine, y allí empieza a moverse por los clubes cantando, y a trabajar con la familia Karnosfky (que le compró su primera trompeta).

En el garito Dago Tony’s recibirá sus primeras clases de viento, y con 7 años forma un cuarteto vocal, los Singing Fools, con quien interpretaba canciones Góspel y Ragtime (música derivada de la marcha militar pero con una melodía sincopada) por las calles.

En 1913 es detenido y llevado a un reformatorio local para niños negros de la ciudad. Allí participa en la banda del centro, dirigida por Peter Davis, su primer maestro de música, que enseña a Louis a tocar la batería, el clarinete, el trombón, y, finalmente, la trompeta.

Louis Armstrong y sus primeros años como trompetista

Al salir del reformatorio, Louis comienza a ganarse la vida tocando en cabarets, bailes y desfiles de la ciudad, hasta que en 1918 conoce a King Oliver, que se convertiría en su mentor (y casi padre).

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Cuando las autoridades cerraron el barrio de Storyville, muchos músicos decidieron marcharse de la ciudad para probar fortuna, uno de ellos fue King Oliver, que se fue a Chicago, pero antes le pidió a Kid Ory que contratase a Louis para sustituirle en su banda, y ahí, amigos, es donde empezó Satchmo a batir sus alas.

Pronto asombró a todos con su capacidad de memoria y sus enormes progresos, y en pocos meses se convertía en co-director del conjunto, haciendo entrever su virtuosismo.

Además, en esta época fue contratado en un river boat, cruzando el Mississippi, que hará que se desarrolle más aún su talento explosivo (auténtico sonido sureño).

A principio de los años 20 es llamado por King Oliver desde Chicago para acompañarle en su mitiquísima Creole Jazz Band como segundo trompeta.

Con esta orquesta, tanto Louis como Oliver alcanzarán una fama enorme. Estos dos se marcaban unos dúos que se caracterizaban por las improvisaciones de breaks y aceleraciones, se suspendía el acompañamiento durante lo cual el solista podía improvisar sin acompañamiento de la sección rítmica.

Se sincronizaban de manera perfecta. En 1923 aparecerá su primer solo grabado, la canción Chimes Blues. En 1924 ya era el trompeta más poderoso y creativo del grupo.

Louis Armstrong, el comienzo de una nueva época

Ese mismo año, se va de la banda de King Oliver y empieza a hacer sus primeras grabaciones. Su sonido era tan explosivo que tenía que tocar separado de la orquesta para poder conservar el equilibrio de toda la banda.

Conoce al músico Fletcher Henderson, que se empeña en enseñarle a leer música, y juntos inician una nueva época para Louis.

A mediados de los 20 estaba en la cúspide del Jazz, empezó a grabar discos con su propia banda, los Hot Five (después Hot Seven), integrada por los mejores músicos de Rag de Nueva Orleans, con la All Stars y con la Louis Armstrong and His Stompers, discos que hoy son auténticos clásicos, con canciones como Heebie Jeebies, la primera muestra del estilo vocal de Louis Armstrong, el Scat (¿os suena?).

En sus discos se conserva el auténtico sonido de Nueva Orleans, pero mezclado con los sonidos más sofisticados de las orquestas de los bailes de salón.

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Louis Armstrong rompe con toda estructura polifónica, algo característico de las orquestas, permitiendo a los solistas expresarse a su aire y ampliando el campo de expresión del Jazz.

Por primera vez aparecen los solistas como tal, y estos, además, podían improvisar, haciendo del Jazz una música mucho más expresiva.

Ésta será la época más fructífera de su carrera, moviéndose entre el Dixie, el Charlestón y el Rag, y recorriendo Estados Unidos de cabo a rabo. Encontramos grabaciones tan geniales como Hatter Than That o Savoy Blues.

A principio de los años 30 marcha de gira a Europa precedido por el éxito de sus discos, incluso se instala durante una época allí. Ahora adquiere un estilo mucho más fácil, con grabaciones como On the Sunny Side of the Street, Songs of the Vipers o Saint Louis Blues.

A su regreso a Estados Unidos formó una banda con músicos de Nueva Orleans únicamente, creando una serie de grabaciones con un sonido tan auténtico que solo puede definirse como Sonido Nueva Orleans. Estos serán, de nuevo, años de muchos éxitos.

Los años 40, como ya deberíais saber, son los años del Bebop: este estilo a nuestro Louis pues…, ni fú ni fá, ni le gustaba, ni lo entendía, ni se preocupaba por él.

Sin embargo la época de las orquestas había pasado, y en este momento empieza a grabar adaptaciones de canciones populares con pequeñas formaciones que tienen un sonido muy suave.

Louis Armstrong y su fama mundial

Su éxito parece desinflarse en Estados Unidos, sin embargo el resto del mundo reclama su ingenio y se embarca en varias giras mundiales, que le llevarán desde Canadá, a Japón, pasando por África.

Además, es el momento de las grandes colaboraciones: Duke Ellington, Ella Fitzgerald, Count Basie, Coleman Hawkins, Bessie Smith, Dizzy Gillespie, Billie Holiday…, la lista es interminable.

Es la época de temas tan inolvidables como La Vie en Rose o What a Wonderful World. Su ritmo de trabajo era brutal, sus labios cada vez estaba más deteriorados, y, además sufrió un operación de garganta.

Sin embargo, Louis desbordaba una energía increíble, un rasgo de su personalidad que todo el mundo admirada y proclamaba. Louis Armstrong era buena gente (y punto).

En 1946 Satchmo participó en el rodaje de la película Nueva Orleans, que trajo un renacimiento del jazz más primitivo en plena escena Bop; y así trascurrían las décadas para nuestro Pops: colaborando con amigos, participando en películas y de gira en gira, recorriendo el mundo y regalándonos conciertos tan increíbles como los celebrados tanto en el Estadio de Elisabethville en Nairobi, o el de Nueva Orleans en 1965.

Sin embargo, en 1967 se le detecta una neumonía. Él sigue tocando de allí para acá, pero a finales de verano es hospitalizado por flebitis. Después llegaron los problemas renales, y su salud se deterioraba cada vez más.

El final llegaría el 6 de julio de 1971, una afección pulmonar se lo llevó en la tranquilidad de su casa.

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Louis Armstrong representa la energía y la vitalidad musical. A través de la reorganización del compás clásico consigue abandonar el unísono orquestal de la época en favor de los solistas, dando el paso necesario para que el Jazz pudiese evolucionar.

Era un excelente trompeta que, a pesar de tener dificultad para leer los arreglos, se las apañaba para de salir del paso a través de su prodigiosa memoria.

Louis Armstrong y su lucha contra el racismo

Es curioso como siempre se mantuvo entre dos mundos, pues era una gloria nacional, pero siempre estuvo marcado por la segregación racial de esos mismos que le glorificaban.

La historia con el racismo de Louis Armstrong es curiosa, durante mucho tiempo se le achacó que no se implicase en la lucha de sus hermanos negros, siempre ofreciendo una imagen de negro alegre y conciliador (le llamaban para ridiculizarle, Tío Tom o “el buen salvaje”).

Sin embargo, él siempre luchó contra el racismo, fue uno de los primeros músicos en romper con el veto para artistas negros en los hoteles, y cuando le proclamaron embajador cultural para hacer una gira por Europa, su respuesta fue:

“¿Cómo puede ir un negro por el mundo en representación de un país que trata a sus ciudadanos negros como si fueran basura? Si me preguntan por ahí qué está pasando en mi país, ¿qué voy a contestar? Por el modo que están tratando a mi gente en el sur, este gobierno se puede ir al infierno”.

Donó cuantiosísimos fondos a la causa de Martin Luther King.

Y además, tenía una personalidad arrolladora, una sonrisa amplia, una voz inconfundible y un carisma inigualable. Wynton Marsalis dice de él:

Armstrong nos enseñó a todos cómo tocar, y enseñó al mundo lo que es el Jazz”, y Miles Davis decía: “no puedes tocar con una trompeta nada que Louis Armstrong no haya tocado ya”, y yo no voy a ser quien les quite la razón.

¡Te queremos Papa Pops!

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