Chet Baker, un genio que no supo controlar su vida

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En esta ocasión os voy a contar la historia de un genio destruido por sí mismo, un icono del Cool más elegante que no supo gestionar su vida, hasta el punto de destrozarla y tirarla por una ventana, literalmente. Os voy a hablar del genio blanco Chet Baker. Gabri, va por ti!

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Los inicios de Chet Baker como músico

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Chet Baker nació el 23 de diciembre de 1929 en Yale, Oklahoma. Provenía de una familia de clase media de orígenes europeos (su abuela era noruega), su padre era guitarrista profesional y su madre pianista.

Comenzó en la música cantando en el coro de la iglesia, pero pronto su padre le regaló un trombón que, rápidamente, cambió por la trompeta. Memorizaba canciones en la radio, y en dos semanas tenía dominado a la perfección el instrumento.

Parecía un músico natural para quien tocar no suponía ningún tipo de esfuerzo. Viendo esto, sus padres le inscribieron el Glendale Junior High School, pero con 16 años, en 1946, abandona los estudios y se une al ejército.

No aguantó mucho, en 1948 lo deja para centrarse en serio en sus estudios sobre teoría musical y armonía en El Camino College de Los Ángeles. Y lo vuelve a dejar, y, de nuevo, se “re-alista” en el ejército, pero esta vez formando parte de la Banda del Ejército.

Aquí comienza a alternar en clubes como el Black Hawk o Bop City, dándose a conocer poco a poco. Finalmente es expulsado del ejército en 1951, momento en que comienza su verdadera carrera musical.

Fascinado por el Birth of Cool de Miles Davis, seguiría la estela de éste modificando un poco el concepto de Cool. Con el Cool pasó algo curioso (y que ya deberíais saber).

Inventado por Miles Davis con influencias de música de cámara europea, fue un estilo rechazado por su propio creador, pues sus sonidos se alejaban poco a poco de la raíz negra del Jazz.

Así este estilo fue adoptado por muchos músicos, principalmente blancos, que readaptaron el sonido creado por Davis. Su principal representante será Chet Baker, pero no olvidemos a artistas como Dave Brubeck o Dave Pell.

La estrella del Jazz melancólico

Su estilo era muy personal, pronto todo el mundo se fijó en él. Incluso el propio Parker decía de Baker: “andaos con cuidado, que hay un chaval blanco que os va a devorar”, y así fue, pues este joven de aspecto dulce y taciturno se convertiría en la estrella del Jazz melancólico a partir de un estilo seductor, ligero y lírico.

Pronto estaba rulando por los clubes de moda. En 1952 se unió al cuarteto de Gerry Mulligan, con quien se complementaba de manera virtuosa. Sin embargo, acabarían fatal por culpa de las drogas (se ponían finísimos los dos…).

Este cuarteto carecía de piano, y contaba con dos instrumentos melódicos y dos rítmicos, ampliando así el espacio tonal del conjunto, dándole a las composiciones un sonido más liviano, y donde el solista (en este caso Chet) tenía más flexibilidad.

Obra de ambos es la mágica «My Funny Valentine», canción que se convirtió en un gran éxito, y que iría asociada a Baker el resto de su vida. Pronto fue habitual de los clubes más selectos del momento: The Haig o el Tiffany Club.

En 1953 es arrestrado y encarcelado por primera vez por posesión y consumo de drogas. El gran declive de Chet estaba a la vuelta de la esquina.

El declive de Chet Baker

Tras este suceso, Chet creó un cuarteto cambiante por el que pasaron músicos de la talla de Russ Freeman (piano), Bob Whitlock y Joe Mandragan (bajos), o Larry Bunker y Shelly Manne (baterías). Con este cuarteto grabó varios álbumes entre 1953 y 1956.

En este momento, su popularidad era tal que desbancaba en fama, por la prensa especializada, a artistas como Miles Davis o Clifford Brown, incluso fue nombrado el mejor vocalista de Jazz en 1954.

El uso de su voz sería algo que explotaría mucho, tenía una voz con mucho encanto y muy seductora.

En Hollywood se fijaron en él, e hizo su debut en la película Hell´s Horizon en 1955. Le ofrecieron un contrato cinematográfico, pero lo rechazó para continuar su carrera musical.

A finales de los 50 tocaba en combos creados por él, y en 1956 marchó de gira a Europa, consiguiendo así una fama mundial.

Sin embargo, la adicción a las drogas seguía demasiado patente. En 1959 fue arrestado en Italia por posesión de drogas. En este momento se encontraba grabando las míticas Sesiones de Milano, por lo que el director de la orquesta tuvo que hacer un apaño con el director de la prisión para poder coordinar los arreglos musicales con Baker.

Chet Baker fue un genio que no supo controlar su vida. Su adicción a las drogas comenzó en los años 50. Muchos de sus cercanos cuentan cómo, a menudo, empeñaba sus instrumentos para comprar dosis de caballo.

Tuvo muchísimos arrestos por posesión, fue expulsado de Alemania y Reino Unido por delitos relacionados siempre con drogas, incluso le deportaron en alguna ocasión.

Tras la gira de Europa, se instaló en Milpitas, California. En 1966 le dieron una paliza, seguramente mientras intentaba comprar heroína. Le rompieron un diente, y resultó que esto le incapacitó para tocar la trompeta.

Se puso a trabajar en una gasolinera; sin embargo, su mente seguía en la trompeta, por lo que empezó a entrenar con su embocadura, hasta conseguir una nueva posición gracias al uso de dentaduras postizas. Y así volvió al Jazz, se mudó a Nueva York, y comenzó a tocar y grabar.

Un trágico final

En 1973 vuelve a los escenarios, y pronto se marcha de nuevo a Europa, donde se instala casi definitivamente.

Ésta será su época más prolífica; sin embargo, las adicciones podían con él, siempre tenía a un fan dispuesto a invitarle a una dosis, por no hablar de los médicos que accedían a facilitarle recetas de heroína y cocaína a cambio de dinero o entradas para sus espectáculos. Tenía montada toda una red propia de suministro.

Con la llegada de los 80, su música tiene un resurgir gracias al músico Elvis Costello. Gran admirador de Chet, le invita a colaborar con un solo en el tema «Shipbuilding». Esto hace que el sonido Baker sea descubierto por un nuevo público.

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También colaboraría con Van Morrison. Esto le dio una nueva oportunidad, y, juntando de nuevo a su cuarteto, gira por Japón, dejándonos para la posteridad su Chet Baker in Tokio, a dos meses de su muerte.

En esta época, su imagen estaba completamente destrozada.

El que en otro tiempo fue un joven apuesto y elegante, tenía ahora aspecto de viejo decrépito, delgado, mellado, taciturno y enfermizo, y si bien su música sufrió del deterioro físico de Chet, cuando empezaba a tocar, la magia de su sonido se expandía por todos lados.

El 13 de mayo de 1988 le encontraron muerto en la calleja de debajo de su habitación en el Hotel Prins Hendrik, en Amsterdam. Tenía graves heridas en la cabeza, pero ningún signo más de violencia. Supuestamente se tiró por la ventana de un segundo piso. Tanto en su cuerpo como en la habitación encontraron restos de heroína.

Chet Baker fue un icono cultural en los años 50, tenía un don con el que transmitía emociones; sin embargo, eso no compensaba su personalidad destructiva y egoísta.

Musicalmente es la mayor representación del sonido suave del Jazz de la Coste Oeste, y podéis comprobarlo enchufándoos el Deep In A Dream, una composición que es poesía pura, y que te golpea directamente en el estómago, pero de una manera tan suave que el golpe se convierte en caricia.

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